Se sitúa el solar en La Cañada, una urbanización residencial cercana a Valencia. Es un entorno semi-natural jalonado de pinos mediterráneos, calles en pendiente y edificaciones aisladas de baja altura. La parcela es alargada y por tanto ese es el principal condicionante de partida; disponemos de una anchura máxima de 9 metros para construir.
En planta, la vivienda se compone de dos bandas paralelas ajustadas a esta anchura máxima que, a su vez, crecen hacia los testeros de la parcela en función de las necesidades. Siguiendo esta prolongación de bandas se desarrollan las zonas exteriores, hacia un lado el jardín más privado y hacia el otro el aparcamiento y la entrada.
El estudio del paisaje integra los árboles preexistentes con especies endémicas y plantas de ornato de los propietarios. Los pinos tamizan el intenso sol levantino mientras que los huecos esculpen las fachadas, dotándola de un ritmo cuasi musical.
Las dos alturas que forman la vivienda se funden en la zona noble, el salón. Esta doble altura se proyecta hacia el jardín a través de un muro transparente; un gran ventanal que da carácter a la vivienda, no por sus dimensiones sino por su conexión salón-piscina; la dicotomía interior-exterior.
Todos tenemos algo que nos diferencia del resto. El carácter es necesario en la arquitectura.
Una casa sin desperdicios, sin maquillaje, eficaz y efectiva. Porque la gente que vivirá en ella tiene que ser feliz.