Trufa es una clínica veterinaria que responde a la creciente moda de las mascotas. El nuevo centro tenía que ser un espacio actual, con mucha luz y sobretodo limpio, como deben ser todas las clínicas. La limpieza se consigue con los detalles constructivos como el suelo sin juntas o el rodapié a media caña; pero también visualmente con los colores o materiales.
La luz: Las zonas de exposición de productos, la recepción y las salas de espera se nutren de luz natural a través de grandes huecos que abren al exterior y hacen agradables estos espacios. Por su parte, la zona hospitalaria no da al exterior y está equipada de luz artificial concreta y adecuada para cada box; de esta forma tenemos un mejor control de luz, incluso de ruidos o de temperatura.
La funcionalidad: En planta, el esquema son 4 bandas: un gran espacio a la entrada, seguido de una fila de boxes, otro gran espacio central y una última fila de boxes. Cada una de estas cuatro bandas aumenta en privacidad conforme se aleja de la entrada, de modo que la primera banda es la sala de espera y la última los quirófanos.
La estética: Conscientes de la importancia de la primera imagen, el diseño más relevante es el de la recepción. El conjunto busca la simplicidad; decir más con menos.
El resto de la clínica acompaña a la recepción como el mar acompaña a un velero; envolviéndolo pero sin quitarle protagonismo. Como elementos más significativos diríamos que el suelo es continuo de rollo vinílico color gris, las paredes y techos blancos, el mobiliario funcional y un toque de vida con plantas ornamentales.