En los edificios varía considerablemente la demanda de energía dependiendo de su función y ubicación. Así, un edificio comercial presenta una demanda muy diferente, tanto en la calidad como en la distribución horaria, a la de una vivienda. Del mismo modo, tenemos demandas energéticas diferentes en una vivienda situada en la costa de Castellón, frente a la misma vivienda situada 80 kilómetros al oeste en Teruel.
En general, la demanda en los edificios es, básicamente de tres tipos:
Térmica, para satisfacer los requerimientos de ACS, calefacción y refrigeración.
Luminosa, para los requerimientos de confort lumínico.
Eléctrica, para las aplicaciones (diferentes aparatos).
Puntos clave.
1. Realizar un estudio climático exhaustivo, con análisis de todas las variables: temperatura, humedad, radiación solar, velocidad y dirección de los vientos dominantes,… - que afectan al proyecto, de forma que conozcamos las variables de las que habrá que protegerse, y las que tienen un potencial de aprovechamiento energético.
2. Una vez analizadas las características climáticas que afectan a nuestra ubicación en concreto, procederemos a realizar un diseño acorde a las mismas, en cuanto a orientación del edificio, altura, distribución y tamaño de los huecos de las fachadas… para aprovechar al máximo las condiciones externas.
3. La utilización de los diferentes materiales, sistemas y tipologías constructivas deberán ir más allá del mero cumplimiento de las normativas; deberán buscar la máxima eficiencia a través de las medidas activas de ventilación y climatización. De esta forma garantizamos el ahorro del consumo energético del edificio.
Un ejemplo lo tenemos en el uso del muro Trombe (foto siguiente).
4. Utilizar componentes y equipos eficientes; como bombillas led, balastos electrónicos o domótica para ajustar los horarios de uso.
5. Finalmente, tras haber diseñado un volumen con muy poca demanda energética para su funcionamiento, y haber previsto los sistemas activos más eficientes para cada situación, se analizarán cuidadosamente los métodos más adecuados para captar el máximo de la energía necesaria proveniente de fuentes renovables, minimizando las energías fósiles.
Es importantísima la buena praxis del usuario; ya que si despilfarramos energía y no aprendemos a utilizarla adecuadamente, todos los puntos anteriores no sirven de nada.