La casa está ubicada en el pequeño pueblo rural de Singra, en la provincia Teruel. El centro histórico de Singra es un área extremadamente sensible para trabajar, es por ello que nuestra propuesta de intervención debía ser respetuosa, armoniosa y sobre todo integrarse con la arquitectura vernácula del entorno.
La casa originaria data de 1890, con una reforma mínima en 1940. Por motivos de mejora de las condiciones existentes, y de necesidad de espacio, se decidió reformarla y ampliarla. Para ello la propiedad compró un establo colindante que además de ampliar la vivienda permitía tener acceso a la calle trasera situada 3 metros sobre la planta baja de la vivienda.
Esta topografía inclinada del sitio nos permitió desarrollar un concepto abierto donde desde la nueva entrada se interconecta al nivel medio y a los niveles superior e inferior.
Desde el exterior, la casa tiene una cualidad discreta y pacífica; simples muros de tonos suaves con mínimas aberturas. Uno apenas puede notar o imaginar, al pasear por delante, la novedad de la construcción y lo que contiene. Las paredes exteriores del edificio siguen la forma irregular del callejón como consecuencia del gesto de abrazar.
Los interiores reflejan una amplitud que se ve reforzada por el posicionamiento estratégico de la escalera logrando fluidez y apertura en todo el edificio.
Las paredes blancas junto con los suelos, techos y los elementos sólidos de castaño componen un tema minimalista, pero a la vez cálido que refleja la sencillez de la arquitectura del lugar.